29 de julio de 2016

La boda de Carlos y Diana


Se cumplen 35 años de la boda de Carlos de Inglaterra con Lady Diana Spencer, una boda que fue considerada la boda del siglo XX. Recuperamos para la ocasión el texto íntegro escrito por Mado Benedicto en aquel número 799 de Teleprograma.




A pocas horas, como el que dice, de la denominada "boda del año" o, según ese característico chauvinismo inglés "del siglo", las cámaras e informadores televisivos y periodistas de los demás medios llegados desde todos los puntos del globo a la legendariamente gris capital británica, ya están preparados para emitir y plasmar el mínimo detalle de este acontecimiento del que se espera sea seguido, sólo a través de la pequeña pantalla, por unos 500 millones de telespectadores. 


Toda una carrera para hacerse con la imagen o la noticia más insólita de esta anbelada y productiva solemnidad, cuya cuota de cobertura ha sobrepasado ya las cotas más inimaginables. En pocas palabras, que los ingleses están haciendo su agosto en pleno mes de julio, porque aparte de las ganancias obtenidas con las industrias turísticas y del "souvenir", hay que añadir el alquiler de las ventanas y balcones desde los  que se pueda vislumbrar algún punto del trayecto recorrido por la comitiva nupcial y, sobre todo, los más próximos a la catedral de San Pablo, donde se ha llegado a cotizar la cifra de dos millones y medio de pesetas... 

UN VESTIDO DE CUENTO DE HADAS

Mientras tanto, varios cientos de personas continúan trabajando en este rígido ceremonial, con el fin de resolver todos los posibles percances que puedan surgir con la máxima perfección. Diversos y delicados problemas en los que también entra el riesgo de un atentado que, últimamente, parece atemorizar demasiado a la Corte británica, y para cuya frustración han sido adoptadas fuertes medidas de seguridad por parte del Ejército y la Policía. 


Una situación difícil de controlar, si se tiene en cuenta que, además de los miles de turistas llegados a Londres para contemplar la boda real, habrá que prestar un mínimo de protección a algunos centenares de personalidades invitadas, entre los que se encuentran los miembros de las casas reales europeas, incluidos los Reyes de España, Jefes de Estado de la Commonwealth, dirigentes políticos británicos, representantes de todas las Iglesias cristianas, lores, magistrados... y un largo e interminable etcétera imposible de enumerar en estas líneas, en el que destaca la probable asistencia del Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, que no estaba dispuesto a perderse el codeo con la más rancia aristocracia del Viejo Continente, aunque ante el temor de un nuevo atentado tendrá que conformarse, si no cambia de opinión a última hora, con las limitaciones del aparato televisivo. 


Otro punto y aparte merece el tan traído y llevado modelito nupcial que lucirá la joven y dulce lady Diana, que como cualquier novia, guarda celosamente entre los secretos de la intimidad familiar. Un diseño exclusivo del que sólo se sabe, según palabras de sus propios creadores, David y Elizabeth Emmanuel, "tendrá las características del de una princesa de cuento de hadas" y cuya confección aportará a esta firma su inclusión en las páginas de la Historia. Ya que, como es costumbre, cuando "Di" alcance el "status" de Reina consorte, pasará a formar parte de las vitrinas de los museos reales. 

NOVENTA MINUTOS DE RITO NUPCIAL 


Y pasando al trayecto ceremonial, boato y demás detalles que rodearán a este inolvidable 29J, diremos que la hora de salida que tiene fijada la comitiva real del palacio de Buckingham será sobre las diez y media -hora británica-, para poder cubrir tranquilamente el recorrido por The Mall, Trafalgar Square, The Strand, Fleet Street, Ludgate Circus y Ludgate Hill. Un itinerario que estará engalanado desde el monumento de la Reina Victoria hasta la catedral anglicana de San Pablo, con miles de geranios, petunias, verbenas y otras especies florales de colores malva, rosa, azul, que contrastarán con los uniformes de las fuerzas militares encargadas de presidir el paseo de salutación real. 


Respecto al orden de salida de la residencia monárquica, lo harán primero la Reina madre, la princesa Margarita, los hermanos del novio y representantes de la realeza europea. A continuación, irán la Reina Isabel y su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo. En tercer lugar, el príncipe de Gales, ataviado con uniforme naval y acompañado de su escolta personal a caballo. Y, por último, en la famosa "carroza de cristal", denominada así por su gran visibilidad interior, y en la que fuera también camino del matrionio la princesa Ana, viajarán lady Diana y su padre, el conde Spencer.


Sobre las once, aproximadamente, dará comienzo el rito matrimonial, oficiado por el arzobispo de Canterbury, doctor Robert Runcie, ante la presencia la cabeza católica inglesa, monseñor Basíl Hume. Durante los noventa minutos previstos para su duración participarán tres importantes orquestas, además del coro de la catedral y del formado por el de las capillas de la Reina Isabel, amén de la importante participación de la soprano neozelandesa Kiri Te Kanawa, invitada personalmente a la ceremonia por el propio príncipe de Gales.

En cuanto a las cinco damas de honor y los dos pajes que asistirán a Carlos y a Diana, cabe destacar la comparecencia de lady Sarah Armstrong-Jones, hija. de la princesa Margarita y el conde de Snowdon; Clementine Hambrol, bisnieta de Winston Churchill y alumna de la futura princesa, y Nicholas Windsor, hijo de los duques de Kent, primos de la Reina. 


EL AMOR Y EL REINO SON COMPATIBLES 


A las doce y media, terminado el oficio nupcial, la nueva pareja real, junto a sus familias y acompañantes, regresará al palacio de Buckingham, repitiendo íntegramente el mismo recorrido que hiciera para la ida a la catedral, pero yendo a la cabeza de la procesión en el "carruaje escocés de las ceremonias de Estado", desembocando, finalmente, en la ya mencionada residencia oficial de la Corona británica, donde se ofrecerá a los invitados las típicas viandas y la consiguiente tarta de bodas que, imaginamos será secundada por un número considerable de ellas, si es que se desea obsequiar con el susodicho pastel a la totalidad del múltiple e ilustre personal asistente. 

Final feliz -no sabemos todavía si con perdices o sin ellas- de una jornada histórica en la que esperamos no surja ningún hecho que pueda enturbiar este día de jubileo inglés, con el que, definitivamente, se cierra la incógnita de la nacionalidad de la futura Reina consorte. Una dulce y atractiva inglesa de veinte años de edad, hija del octavo conde Spencer, que ha logrado cautivar al hasta entonces conquistador príncipe Carlos, acabando con el trauma aquel que produjera en la familia real, cinco lustros atrás, la abdicación de Eduardo VIll, impulsado por sus sentimientos hacia una mujer americana con dos divorcios a sus espaldas. Esta vez el Reino y el amor han podido compaginarse, o al menos eso parece.
MADO BENEDICTO



El reportaje se completaba con un álbum de fotos de la vida de los contrayentes:



Y esta es la página de programación de aquella mañana de Boda Real: 



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