8 de junio de 2015

Jesús Hermida escribe su despedida



IN MEMORIAM


AHORA que me busco y me encuentro, aquí estoy tal como era; ya me veo en una portada de TELEPROGRAMA (¿fue la primera, amigo, Paco Yagüe, antiguo y de siempre compañero?) desde donde más de diez años me miran con la sonriente benevolencia que tienen, siempre, las cosas del ayer. Yo, ahora también, lo recuerdo. Fue Pilar Miró -que me parece estos días tan lejana pero me está tan cerca todavía- quien me la envió a Nueva York, cuando los días de no hagamos la guerra y sí el amor, con una línea escrita de su mano. Que decía y dice aún: "In memoriam". Un agridulce pájaro cantor de la juventud. 

Por aquellos tiempos, apenas si dos o tres años habían pasado de una noche, quizá absurda, predestinada quizá, en la que, por jugar otra vez al atrevido muchacho del trapecio, me descolgué sin red y sin pensarlo muy mucho por las pantallas de nuestra televisión, huyendo, seguramente, hacia adelante, sea lo que Dios quiera. Un momento fue aquel que debió tener su algo de osadía, pienso, por lo que luego dijo Luis Carandell en su "Celtiberia show", de felicísima memoria y solfa aguda para la sociedad española que entonces nos vivíamos: " ... un movimiento de apertura (en TVE) casi tan revolucionario como lo fue en su tiempo el balanceo del sillón de Jesús Hermida". Si yo les contara lo del sillón...

Pero no importa. A estas alturas, casi veinte años después de mi primera pisada por la televisión, y puesto en el disparadero de volver la vista atrás minutos antes de bajarme de un tren para el cual ya no llevo billete, tengo que resistir la tentación de echarme en el diván de los recuerdos y echar mi tiempo y el de ustedes a la paloma de una nostalgia. Después de todo, ya lo decía Kenedy: No utilices el tiempo como un diván, sino como una herramienta". Los recuerdos, sí, se agolpan como viva jauría que pretende morder amablemente en los tobillos. Pero yo siempre creí, con el profeta, en que la vida no da marcha atrás ni se entretiene con el ayer. Y sin embargo ....

Y sin embargo, hoy, a punto ya de apagarse la luz ... el mirar se me va - a la portada aquella de TP con su línea -¿o fue premonición?- que me decía entonces y todavía me dice: "In memoriam". ¿En memoria de qué?

  • ¿De la última edición del Telediario que hacíamos por los años sesenta unos cuantos, como perdidos que estábamos y dejados en nuestra frescura de la medianoche, como francotiradores que éramos de una fe, una esperanza y una libertad?
  • ¿De los casi doce años en Nueva York, cuando todo mi afán era el de abrirles una ventana por donde contarles y mostrarles un mundo tal como mismamente era?
  • ¿De aquel "24 horas" que, por el comienzo de los años setenta ya, nació y se ofreció a ustedes por las noches como un ejercicio diario de echar la rutina fuera, donde el llorar y el crujir de dientes. para jugar juntos al juego de la imaginación y por el que tanto hizo luego Manolo Martín Ferrand?
  • ¿En memona de hacer un retrato de las gentes, buscando lo humano de las gentes, "De cerca" a las gentes, contra el viento y la marea de los que sólo ven a las gentes como tarjetas de un ordenador?
  • ¿De la aventura que fue movilizar la siesta española con los aires libres de "Crónica 3"?
  • ¿De la demostración que todos hicimos en la noche electoral del 82 cuando, por una vez, nos olvidamos de nosotros mismos y fuimos, sólo, nosotros?
  • ¿De la espoleta que, conscientemente, quise poner en la somnolencia, la hipocresía, la intransigencia, la mentira y la mediocridad televisada española con el -al parecer- revolucionario "Su turno", a un a costa. de dejarme yo mismo en la partida?
  • ¿En memoria de los éxitos y los fracasos, cuantos fueran y como fueran ...?


No: en memoria de nada de eso. Si ahora, hoy para ustedes, miro hacia ayer es para avivar lo único que importa en este recuerdo de mis últimos casi veinte años. En memoria, "in memoriam", de los momentos en que, juntos, hicimos algo que nos mereció la pena, sentimos algo que nos mereció la pena, esperamos algo que nos merecía la pena, reímos con algo que nos mereció la pena, lloramos algo que nos mereció esa pena. Creímos en algo que nos dio la alegría de merecer una pena.

En memoria, sí, de todos aquellos días cuando, a pesar de todo, vivimos eso tan sabio que escrito está: mejor que maldecir las tinieblas es encender una vela. Hacer la luz.

Y bien: yo arrímé mi ascua a esa luz en lo que pude. Que no fue mucho, seguramente. En memoria de eso tan poco y por dejarme intentarlo, gracias. Gracias y un deseo desde la otra orilla ya y no sé si para siempre, mañana será un nuevo día: que alguien les llene de luz las pantallas. Que alguien les haga sentirse vivos frente a sus televisores. Que alguien se entere y sepa enterarse de que la televisión está hecha por seres humanos para seres humanos. Que alguien se olvide un poco de los tratados y las reglas y deje correr las aguas de un espíritu creador. Porque si eso no aflora y late y vive en la pantalla de un televisor, entonces, entonces... permítanme decirlo con mi frase favorita... entonces lo único que tenemos es un-amasijo de cables y transistores... en una caja de cristal.

Por lo demás, la caravana continúa. Que nos lleva; a cada cuál... allí donde cada cual queremos, verdaderamente, llegar. Y que podamos. andar nuestro camino, cuando menos; con una vaga sonrisa en los labios.

Como el gladiador.




Firmado: Jesús Hermida.




Esta es la portada a la que se refiere Hermida en su carta. Su primera portada de TP.













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